Mal de muchos, consuelo de tontos.

Thursday, November 13, 2008 ·

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Plop!


Este asunto de la restricción vehicular, con todas sus aristas, me baja de nuevo a la tierra de nunca JAMÁS, en donde una interpretación retorcida del derecho individual puede llevarse al traste los derechos de la colectividad. Costa Rica, país del portamí, le gana otro pulso a las libertades colectivas y a eso que llaman democracia. Esto de que se nos meta entre ceja y ceja que nadie nos puede decir cuándo sacar el carro de la cochera y cuándo no hacerlo, me hace mirar con nostalgia algunos proyectos urbanísticos cercanos a nosotros, como la ciudad de Bogotá, y añorar las famosas ciclovías que nunca serán en NEVER EVER LAND (va y alguien pone un salacuartazo porque el pedacito de carril a cada lado de la vía que se destine a los ciclistas podría utilizarse para hacer otro carril para carros).

Me pela el nies.

Nuestra interesantísima actitud ante la restricción vehicular revela otros problemas de fondo que, en lo personal, me paran el pelo. ¿Es acaso tan difícil dividir 5 mil pesos de gasolina entre 4 compañeros de trabajo y viajar en un solo carro a la oficina? A menos que nuestra matemática sea muy elemental, o que queramos quedarnos todas las noches en un bar de camino a la casa sin depender de alguien más que nos lleve y sin pagar taxi, creo que no. Los que alguna vez hemos viajado en autobús, sabemos que no es tan grave. Y quienes creemos que la GAM todavía es salvable, pensábamos qué tan lindo sería que la gente que berrea y despotrica contra la medida de restricción más bien nos apoyara y juntos presionáramos al gobierno para que los proyectos que involucran mejoramiento del transporte público y opciones que nos beneficien a tod@s se agilicen y este deje de ser EL TEMA que nos estresa a tod@s. Pero no: primero yo, después yo y por último yo.

La esfera pública y la privada.


Como palurdos que somos, sin duda la distinción entre público y privado se nos hace bastante confusa: pensamos, por ejemplo, que lo privado es la sala de tevé de nuestra casa y lo público el cordón de caño que pasa al frente y que por ende a alguien más le toca limpiar. También pensamos que nuestras propiedades privadas convertidas en lotes baldíos se pueden quedar enmontadas y sucias, refugio de delincuentes y otros tipos de ratas, porque a fin de cuentas lo nuestro, nuestro es. Y también pensamos que, como la calle no es de nadie, podemos ir en nuestro carro (ojalá en día de restricción) a botar nuestra basura por ahí, al frente de la casa de alguien más. Nuestra confusión de términos no termina acá, o al menos se extiende hasta lugares perversos y sospechosos de la psique humana: en Costa Rica, lo público no es de nadie, en vez de ser de todos. Y es así como los teléfonos públicos, los parques públicos, las paradas de autobús y las calles se han convertido en territorio de nadie. Por eso dejamos que la GAM se nos salga de las manos, se nos llene de hollín y basura, de teléfonos rotos, paradas en mal estado y cajeros automáticos que parecen sanitarios de bar de la calle de la amargura. Pero bueno, el gobierno se tiene que encargar de todo esto, que es culpa suya y de nadie más...

Otra gente habla del tema, desde ayer, por acá.